Atenciones del criador responsable
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Primeros meses del cachorro en casa
12 noviembre, 2012

Texto de Benigno Paz

Editado en la revista «El Mundo del Perro»

Son muchos los factores que intervienen en el temperamento del perro y pueden llegar a determinarlo. Como principales ejemplos, encontramos la aportación genética de los progenitores, el manejo, el nivel de ejercicio, el entorno, la alimentación y las técnicas que utilicemos en su adiestramiento, por enumerar los más importantes. Todos ellos comienzan de una forma u otra en las primeras semanas de vida de los cachorros, razón por la cual el parto, el entorno y el manejo durante esta importante etapa deben adquirir la importancia que merecen.

Por ello, tenemos conciencia de que no hay un único factor que lo condicione todo, habiendo superado la étapa en la que tan seguros habíamos estado de que la genética lo era todo y nos volvíamos locos buscando los padres perfectos que nos diesen el perfecto campeón.

Si hay una etapa que marque y condicione especialmente a nuestro perros son sus primeras semanas de vida. Todos los estudios publicados remarcan la gran importancia que adquiere esta etapa. Para empezar, se recomienda que el parto tenga lugar en el domicilio, lejos del entorno de perreras, para, de este modo, evitar posibles infecciones y facilitar el desarrollo del cachorro. Se ha comentado una y mil veces la necesidad de buscar criadores responsables que atiendan con mimo a los cachorros y que se eviten las granjas de perros, donde lo único que encontraremos son enfermedades y problemas de temperamento en el animal adulto (aunque inicialmente el precio parezca algo más bajo).

Nacer en un entorno adecuado

La mayoría de los organizadores que adiestran perros de asistencia (esos perros que de adultos gozarán del derecho de acompañar a sus amos en todos los lugares públicos) disponen de sus propios programas de cría. Una de las organizaciones más prestigiosas, la escuela de perros guía de Inglaterra (GDBA) realizó un estudio para determinar si todo el esfuerzo que estaban realizando en la cría de los cachorros en el hogar de las familias voluntarias tenía algún sentido.

El estudio realizado recomienda que las hembras de cría paran en el domicilio de los educadores, ya que han observado que los cachorros que nacen en ese entorno tiene más posibilidades de graduarse como perros guía que aquéllos que nacen en un entorno de perreras (pese a todas las atenciones y cuidados que ofrece el personal aspecializado y pese a tener unas instalaciones diseñadas específicamente para acogerlos). Para el estudio se recopiló información del periodo comprendido entre los años 1994 y 2000, con un total de 8.394 perros criados, de los que 2.079 (el 25 por 100) se habían rechazado; estas cifras son, desde luego, importantes.

El estudio en cuestión apuntó los siguientes datos:

* En los perros rechazados por causas de temperamento (distracción y comportamiento social, principalmente) durante la etapa de adiestramiento, el entorno de cría tenía un efecto significativo y los perros criados en perreras tenían más probabilidades de rechazo por estas causas.

* En los perros rechazados por causas de salud (problemas músculos-esqueléticos, principalmente) durante la etapa de adistramiento, la incidencia de rechazo era también mayor en los perros criados en un entorno de perreras.

No es que los perros criados en casa no vayan a presentar ningún problema de salud o de temperamento, pero sí que las probabilidades de que estos problemas se presenten se reducen considerablemente, por lo que está en nuestras manos hacer todo lo posible para mejorar la situación.

Socialización

De todos es bien conocida la influencia que el entorno tiene sobre el desarrollo temperamental del perro. Durante la etapa de desarrollo del cachorro hay un período sensible en el que ocurre la socialización, esto es, cuando el cachorro aprende a reconocer e interactuar con las especies con las que cohabita (otros miembros de la camada y humanos). También es el período en el que el cachorro comienza a habituarse a los estímulos del entorno que no suponen una amenaza y cuando aprende a ignorar aquellos que carecen de revelancia o a los que ya se ha habituado.

El período crítico de socialización tiene lugar entre las dos y las doce semanas de edad y determina en gran medida el carácter de cada perro. A las tres semanas ya está dentro del período crítico del cachorro y comienza a desarrollar su capacidad de relación e interacción social. En este sentido, sus necesidades estarán mucho mejor atendidas en el hogar que en un entorno de perreras en el que el tiempo que puede dedicar el personal es mucho más limitado (por lo general, tienen que atender a varias camadas al mismo tiempo y, en ocasiones, incluso dar apoyo individual a cachorros a los que hay que dar el biberón). Es de reseñar que éste es el momento en el que el cachorro comienza a ser plenamente independiente (a nivel de movilidad) y cuando se incrementa la actividad eléctrica en su cerebro.

Se han elaborado informes en los que se establece que el proceso de socialización ha de completarse correctamente si queremos que el perro tenga un temperamento estable en su etapa adulta, que llegue a ser un perro adulto con el que podamos convivir. El grado de aislamiento que sufra el perro en lo que se refiera a la socialización quedará proporcionalmente reflejado en la extensión de los problemas de ajuste al medio, y luego en la etapa adulta tendremos que dedicar mucho más tiempo y energía para resolverlos (con muy pocas garantías de éxito). En función de esto, un perro que tiene un contacto/interacción insuficiente con un estímulo específico en su etapa de cachorro, tiene más probabilidades de mostrarse temeroso a ese estímulo en edad adulta que un perro que ha tenido un contacto/interacción adecuado durante el periodo crítico de desarrollo. Esto explica por qué los perros criados en granjas o con una pobre estimulación en su etapa de cachorros presentan tantas patologías cuando son adultos. Es entonces cuando los amos formulan todas las preguntas ¿Por qué…?

En consecuencia, si los perros criados en casa tienen una mayor exposición a un mayor rango de estímulos que los nacidos en perreras, les resultará mucho más fácil adaptarse a sus nuevos hogares y poder superar con éxito la difícil tarea de satisfacer las cada vez mayores exigencias para acoplarse al estilo de vida de sus amos. Se reduce la probabilidad de que presenten problemas de comportamiento social y fuertes distracciones que resultarán de difícil manejo para sus amos. Ésta es la razón por la que debemos poner especial énfasis en conocer la procedencia de nuestro cachorro y huir de los perros de procedencia incierta (allende las fronteras) o que sabemos positivamente que proceden de un «granja de perros», lugares en los que lo único que preocupa son las producciones masivas y no el bienestar de los cachorros ni el de sus madres.

Cuando el momento se acerca

A partir de la quinta semana de gestación se le proporcionarán a la perra gestante paseos cortos y sin excesivas demandas físicas. Se evitarán zonas con perros o juegos intensos con éstos, en especial hay que evitar golpes o saltos bruscos. Se tratará a la madre con todo mimo, se le prestará ayuda para subir y bajar del coche, por ejemplo, y le repartiremos su ración diaria de comida en dos tomas.

Durante las dos semanas previas al parto, dejaremos a la hembra dormir en su nido tanto como quiera. No se debe dejar que otros perros la molesten y hay que estar atentos a cualquier cambio que ofrezca.

Dos días antes del parto se hará una limpieza sistemática y profunda de la zona y se preparará todo el material que se anticipa podría necesitarse durante el parto (lámpara infrarrojos, termómetro, toallas, papeles, tijeras. etcétera).

Cuando la perra comienza a mostrarse inquieta y a jadear, sabremos que se aproxima el momento del parto. Ella se irá a su cama y comenzará a preparar el nido, rompiendo los papeles que pongamos a su alcance. Una vez nazcan todos los cachorros, nos preocuparemos de mantener la temperatura, de que todos los cachorros se alimenten y que no se les moleste (no permitiremos las visitas hasta más adelante).

Ahora requerirá más aportes para ayudarle a sobrellevar la dura lactancia. Se le darán seis tomas al día.

Manejo de los recién llegados

En la tercera semana, los cachorros comienzan a mostrar su personalidad. Comienza su socialización, responden a la presencia de los cuidadores y disfrutan de un buen cepillado y de caricias, con las que podremos comprobar su estado físico y comenzaremos a trabajar para que asocien a los humanos con sensaciones agradables y positivas.

Manejaremos a los cachorros con mimo para evitar ponerlos en situaciones de estrés. Evitaremos ruidos excesivos, aglomeraciones (de perros o personas), exposición a situaciones complejas, etcétera. El estrés no aportará nada positivo y bloqueará su capacidad de aprender dejando una marca difícil de borrar.

Hay que comenzar con una fase gradual de destete para pasar a enseñar dónde debe hacer las necesidades (esto es algo que puede aprender desde tan corta edad, pero requiere tiempo, paciencia y dedicación por parte del criador), algo que el futuro amo agradecerá enormemente. Cada vez que el cachorro se despierte, lo pondremos sobre los periódicos al tiempo que repetimos la palabra que vayamos a utilizar para ese comportamiento; cuando el cachorrillo haga sus necesidades lo premiaremos efusivamente. Se requiere tiempo para que se establezca la asociación y comprenda qué es lo que esperamos de él, así que paciencia. El cachorro tiende a mantener limpio el lugar donde duerme, salvo que no le haya quedado otro remedio.

Cuarta semana

En la cuarta semana, los cachorros ya se mostrarán activos, atentos y queriéndo descubrir todo. Juego, juego y más juego ocupará su tiempo. Deberemos proporcionarle un entorno enriquecido (algo que no tiene por qué resultar caro para el criador, unas cajas de cartón harán sus delicias para desplegar sus juegos de escondite) y juguetes. Les permitiremos interacción con otros perros, pero sólo si son de la casa.

La quinta semana

Los cachorros ya son muy activos y serán toda una prueba de fuego para el criador. Podemos introducir las visitas de amigos y vecinos (adoptando las medidas elementales de higiene, como la limpieza de manos antes y después de la visita), es importante que pasen niños/as, hombres, mujeres, ancianos/as, con todo tipo de fisonomías y que con todos ellos los cachorros tengan experiencias agradables y positivas (comida, juegos, etcétera). No se permitirá la visita de perros ajenos al entorno familiar por el riesgo de posibles contagios. Seguiremos supervisando a los cachorros y premiándolos cada vez que utilizan la zona de periódicos. Desde tan temprana edad, los cachorros ya pueden aprender a responder a comportamientos básicos que serán de gran utilidad en la etapa adulta. Podemos, por ejemplo, establecer una respuesta básica a la llamada /o al «sienta». Lo más natural y fácil es hacer la llamada en el momento en que le vamos a ofrecer la ración diaria.

La sexta semana

Los cachorros han crecido, son más fuertes y tienen más energía, permanecen despiertos y activos duranto más tiempo. Requerirán toda nuestra supervisión, no podremos quitarles el ojo de encima. Es una etapa muy dura con todos esos duendecillos divertidos saliendo por todas partes y queriéndolo tocar y tener todo. Sin renunciar nunca a una disputa o una invitación al juego. Sus juegos pueden comenzar a ser más rudos. Seguiremos teniendo cinco o seis oportunidades al día para practicar la llamada individual y el «sienta» antes de sus tomas.

 

Partida con sus nuevos amos

Ahora que ya están criados y enseñados, llega el momento de despedirse. Muestran un saludable estado, despiertos, activos y con confianza. No cabe duda de que la labor del criador responsable es fundamental para poder gozar de perros adultos equilibrados y adaptados a las exigencias de la vida en nuestros hogares (en esta exigente sociedad).

Son muchas y muy importantes las cosas que los cachorros pueden aprender en sus seis primeras semanas de vida y que los criadores juegan un papel muy importante para lograr que el cachorro no sólo tenga todos los requisitos del estándar de la raza (físicos, temperamentales y de salud). Así que, como propietarios debemos buscar y comparar antes de decidirnos a comprar.

Este artículo no tiene fines comerciales, sino meramente divulgativos del trabajo de Benigno Paz y de la Revista del Mundo del Perro