Es de radical importancia la reflexión exigente sobre lo que un perro es y lo que significa en nuestra vida

Adquirir un perro, cachorro o adulto, es una decisión de suma trascendencia para la vida de la familia y de cada miembro que la compone. Es, por lo tanto, una decisión que ha de reflexionarse y se ha de proceder con pasos lentos y certeros. La adquisición de un perro ha de ser resultado de una seriedad madura y nunca fruto de un capricho circunstancial. Hemos de tomarnos muy en serio la obligación moral que el animal trae consigo. No olvidemos que la felicidad del perro está en las manos de quien lo adopta. Por ello l a adquisición de un cachorro es una decisión sentimental pero es también, debe de serlo, una determinación racional.

La persona que decide vivir con un perro ha de saber, cosa obvia, por qué motivo quiere un perro en su vida. Esto, aunque parezca evidente, no siempre se conoce. La persona conoce las razones aparentes que se da a sí misma. Los motivos profundos no siempre están al alcance. Estos motivos profundos, si los miramos con exigencia, veremos que están en relación con la clara necesidad que el ciudadano de occidente tiene del contagio de los valores naturales, genuinos, frescos e inocentes que el animal transmite.

Y, paradógicamente, en la posterior convivencia con nuestro perro nos molestan muchos de estos aspectos. El perro nos resulta incómodo en alguna de nuestras normas urbanas y nos afanamos en la tarea de hacer del animal un pequeño humano codificado. Es lamentable, para la relación de ambos, esta pérdida de referentes.

Por ello nunca hemos de olvidar estas razones profundas, certeras y radicales que nos empujan a tener cerca una criatura que todavía no ha perdido su orientación natural.

Por lo tanto antes de que el animal entre en casa, hemos de haber comprendido nuestra necesidad profunda. Hemos de haber conectado con esa demanda que nos llama e impulsa al deseo de convivir con un perro.

Desde esa conexión con la propia naturalidad es mucho más fácil y fluida la relación con el animal.

Desde ese mutuo contacto es, y sólo desde ahí, donde se puede educar y orientar al perro a la conviencia y normas urbanas y humanas.

Además de esta reflexión, digamos íntima, el futuro propietario ha de saber que antes de adquirir un perro ha de documentarse para saber cómo tratarlo y cuidarlo:

Un momento importante de la relación con el perro es cuando el propietario comprende que ha de formarse para conocer cómo educar a su perro. Y ese momento ha de ser, así mismo, antes de que el cachorrillo o el perro entre en casa.
El futuro propietario tiene que tener muy claro, antes de adquirir el pequeño, lo que significa tener un perro. Es necesario que se documente, lea libros, artículos, vea vídeos, hable con otros propietarios caninos… sobre cómo manejar y hacer feliz a un cachorro y posterioremente a un perro adulto.
Cuando el cachorro entre en casa, su propietario ha de estar orientado en cómo tratarlo, en ejercicios básicos de manejo, en el comportamiento deseable del perro en el hogar, en cómo disfrutar paseando con el perro sin que nos tire de la correa, en enseñarle a ser paciente y tranquilo, a ser feliz y alegre, a ser sociable y confiado. Se ha de conocer la importancia absoluta de la socialización y el contacto con las personas del perro en estos primeros meses de vida.

¿Cuándo es el momento de adquirir un perro?

Cuando uno sabe por qué quiere un perro y se ha orientado en cómo tratar y cuidar a ese perro.

Nunca antes de ese momento.